sábado, 29 de diciembre de 2012

El placer de DEJAR de fumar

  Los fumadores piensan equivocadamente que fumar es un placer.


  A los no fumadores les parece desagradable, pero tienen cierta envidia del desconocimiento del placer que parecen disfrutar los fumadores.
  Sólo los exfumadores saben realmente que el auténtico placer es no fumar.

  La razón está en las causas por las que se fuma.

  A todos nos ha costado bastante esfuerzo el conseguir fumar, al principio te vence la tos, te mareas, no encuentras ningún placer y finalmente tras mucho esfuerzo consigues acabar enganchado al vicio y ya no puedes dejar de fumar, aunque no le recomendarías a nadie lo que tú mismo sigues haciendo.
  Entonces sigues fumando no porque seas consciente de que eres un drogadicto, sino porque te convences de que el fumar relaja, te ayuda a concentrarte, evita el aburrimiento, en definitiva es un placer.  Totalmente falso, seguimos fumando porque estamos adictos a la nicotina y nos autojustificamos para seguir recibiendo nuestra dosis correspondiente con el mito del placer.
  El fumar no relaja, al contrario normalmente los fumadores suelen perder los nervios con mayor facilidad que los no fumadores. Eso viene provocado por el síndrome de abstinencia de la nicotina, que provoca un nerviosismo que se elimina temporalmente fumando un cigarrillo. En realidad no es que el fumar relaje, sino que al contrario, provoca un nerviosismo que nos lleva a seguir fumando.
  El fumar no ayuda a concentrarte, al contrario es una incomodidad para realizar cualquier tarea que exija concentración.  Pemsamos que nos ayuda a concentrarnos porque el nerviosismo de la abstinencia de nicotina nos distrae de concentrarnos en otras cosas. Otra vez ocurre que no es que el tabaco ayude a concentrarnos, sino que es precisamente el hecho de fumar el que nos obliga a seguir fumando para poder concentrarnos.
  El fumar no evita el aburrimiento, al contrario es incompatible con cualquier actividad divertida como hablar, comer, beber, leer, hacer deporte, etc. y quien fuma al mismo tiempo tiene que realizar un gran esfuerzo para compatibilizarlo, muchas veces con riesgo de quemaduras y accidentes.
  La realidad es que es la adición a la nicotina la que nos lleva a convencernos de que queremos fumar un pitillo, a pesar de las molestias que supone.  Incluso ahora que estamos en invierno somos capaces de sufrir estoicamente el frío exterior con tal de satisfacer el vicio.
  Pero realmente tan fuerte es la adición a la nicotina que no se puede vencer. Pues la verdad es que no, la adición química a la nicotina no produce más que una leve sensación de hambre que nos induce a satisfacerla fumando, pero la mayoría de fumadores son capaces de estar en sitios que está prohibido fumar sin que le entren convulsiones ni mayores problemas.  De hecho suelen dormir toda la noche sin que el hambre de fumar los despierte cada poco tiempo, sólo necesitan imperiosamente fumar continuamente cuando ellos mismos se autoconvencen de que quieren fumar por encima de todo.
  El efecto más adictivo que tiene la nicotina es psicológico y nos hace creer que fumar es un placer para de esta forma sobrellevar el esfuerzo que supone satisfacer la dosis que nuestro cuerpo adicto necesita.
  Una vez que te das cuenta de este timo al que te has sometido, el efecto adictivo de la nicotina baja tremendamente y la sensación de hambre que produce su abstinencia es bastante llevadera, incluso hay quien llega a disfrutar jugando con ella.  Además sabes que la única manera de satisfacer ese hambre es no volviendo a fumar nunca ni una sola calada.  En pocos días la sensación se va haciendo cada vez más débil hasta que prácticamente desaparece.  Por eso mucha gente es capaz de dejar de fumar sin más de un día para otro, sólo tienes que experimentar la revelación que supone el saber por qué fumamos en realidad.
  Una vez que te das cuenta y ves que además lo mejor es dejar de fumar cuanto antes mejor, ya sólo puede vencerte lo mismo que piensa la gente que empieza a fumar, es decir que un solo pitillo no te matará.  Pero en realidad es un sólo pitillo el que desencadena nuevamente la adición a la nicotina, con toda su justificación psicológica asociada para hacerte volver a caer en el vicio.
  Solo un fumador que deja de fumar puede disfrutar plenamente de todo esto, ya que un no fumador siempre tendrá la duda de que el fumar estimula algún tipo de placer en los fumadores que el desconoce.  El no fumador suele serlo porque el rechazo que produce el veneno en su cuerpo con náuseas, toses u otros síntomas le evita engancharse a la nicotina, pero se cree que está renunciando al placer que experimentan los fumadores.
  En conclusión, el verdadero placer está en dejar de fumar, que lo único que requiere es primero conseguir ser fumador (no todo el mundo lo logra ya que el cuerpo es sabio) y luego decidir no volver a fumar nunca más,  que cada día que pasa es más fácil porque es más tenue el hambre de nicotina.
  Así que a disfrutar de la vida (salud, dinero y amor) sin fumar.

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